Aulló como un lobo solitario. Ella le miró
sorprendida, aquella manera de chillar le pareció excesiva. ¡Qué gritos! Ella
también sabía hacerlo, así que le siguió la corriente:
— Pareces un lobo en celo, idiota —chilló con
sorna
— ¡Será cabrona! Si te pillo te arranco los
pelos, cara boba.
Ella levantó el dedo corazón bien tieso, la
uña pintada brilló un segundo.
— ¡Será desgraciada! ven aquí y verás lo que
hago yo con ese dedo. —estaba lívido de rabia.
Ella apretó el acelerador y salió, dando un
patinazo, no quería líos.
— ¡Hay que ver cómo se ponen algunos por un
aparcamiento!
1 comentario:
Ja, ja, ja, Es que estamos de los nervios y ya no te digo con las colas de los supermercados. Saludos
Publicar un comentario