De la Red |
Dicen que nada ha cambiado y sin embargo
nada es igual,
para qué engañarse.
Las ramas de los
árboles en la avenida
como antes, pintan
sombras al atardecer
cuando el sol,
cansado, busca ocultarse
tras los tejados
en el horizonte.
Iluminan las
calles las mismas farolas
y la gente cansada
del día se apresura igual.
Más no hay
sonrisas en sus labios como entonces
caminan serios,
deprisa, mirando al frente
sin aquella
parsimonia de antaño, sin alegría
perdida la
esperanza en sí mismos y en los demás
En la heladería de
la esquina, hoy como ayer
ríen los jóvenes
que han hecho pira del colegio.
La música
estridente suena en los altavoces
como una queja
sonora de hastío
metáfora airada,
grito de guerra, lucha anunciada
en el campo de la
dura batalla que es la vida.
Los gorriones
vuelan a recoger las migas
que la kiosquera
les trae cada mañana
y la fuente
burbujea alegre cuando se bañan.
La viejita en su
silla de ruedas calla,
ni siquiera
escucha a la cuidadora cuando le habla
todo ha cambiado
tanto que ya no entiende nada.
Tres por el precio
de uno, las acciones bajan,
Chopin suena
triste por la ventana abierta de una casa
Asomado a la
pantalla un hombre miente cuando habla.
Todo va bien,
afirma sin rubor, todo mejora
mientras por las
carreteras la gente camina
horas y días,
cansados, con miedo, sin esperanza.
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