Imagen de Gerardo Balbás Regidor - Mirando al mar soñé - T.D. Reservados |
Al hacerse esa pregunta recordó los ojos de Mary fijos en
los suyos. Filosofaban sobre el sol y la posibilidad de apagarlo, la muerte, la
vida eterna. Permanecieron así mirándose sin verse, absortos en sus propios
pensamientos.
— Pero, las cosas no son tan sencillas —dijo por fin ella
como si saliera de un sueño— mucha gente no desea vivir una vida eterna,
incluso muchos no se asustan por el hecho de que hemos de morir sin duda.
— No estoy tan seguro de que eso sea así —la miró a través
de las volutas de humo del cigarrillo, pensando que estaba muy bonita cuando se
le iluminaban los ojos si creía haber encontrado una respuesta irrefutable— ¿Tú
no le temes a la muerte?
— Mis temores no tienen nada que ver. Mi vida tampoco tiene nada
que ver con la que viven otros. Es fácil desear una vida eterna si la que te ha
tocado en suerte ha sido medianamente normal y placentera. Pero otros darían lo
que fuera por acabar de una vez con la que ellos están viviendo. A veces se
deciden y terminan con sus penalidades, otros, tal vez por cuestiones morales o
religiosas o porque hay que tener valor para suicidarse, hay que estar de
verdad desesperado y no tener fuerzas para seguir, aún confían en que todo
puede cambiar y siguen viviendo tristemente. Pero no desean que eso sea eterno.
Claro que la vida eterna, según nos han dicho, será diferente a esta.
— Ya volvemos a las cuestiones de fe. Nos espera la nada o
el Paraíso. Pero eso tampoco es seguro. ¿Tú crees que irás al Paraíso cuando
mueras?
Se removió en el asiento, estaba incómoda. Le estaba
haciendo preguntas demasiado personales, tal vez.
Ahora se preguntaba quién era ella, donde estaba, que tenía
que ver con lo que le estaba pasando...
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