— Esta vez se ha ido para siempre
— ¿Y tú
cómo puedes estar tan seguro?
— Seguro no estoy, pero intuyo que se ha ido
y no piensa volver más. Mejor.
Se miraron un instante y luego siguieron
rellenando bolsitas. Primero pesarlas, luego precintarlas. Ni un gramo más, ni
uno menos. Precisión.
Algunos se creen muy listos. Carlos sabía que
luego, como siempre, le tocaría a él arreglarlo. Se miró las uñas. Con la punta
del cuchillo las limpió de la tierra negra adherida en ellas. No estaba tan
seguro de nada como de que no volvería nunca más.
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