miércoles, 30 de abril de 2014

Recuerdos






Dicen que el primer amor nunca se olvida. Dicen que los niños también se enamoran. Puede que sí, lo que sí es cierto es que no hay nada como la inocencia y la fantasía.
Anoche me sumergí en ella, en la fantasía quiero decir. Nos reencontramos y él seguía siendo el de siempre, la boca gruesa y la barba negra. Su cara atormentada y ese uniforme de capitán de barco tan, ejém... (En aquellos tiempos yo no me fijaba en esas cosas y ahora solo por tratarse de él :D)

Y me llevó de viaje por las profundidades de los océanos y contemplamos juntos los pececillos y los pulpos monstruosos y vi tesoros y fusiones nucleares como el que ve la luna en una noche de verano. ¡Oh! lo que guardan los mares... En aquella lata de sardinas gigantesca escuche a Bach en su tocata y fuga en Re menor, tocada al órgano por sus delicadas manos.
 

Veinte mil leguas recorrimos y hubieran sido cuarenta mil y aún me habrían parecido pocas. Pero todo lo bueno se acaba pronto y unos brutos le han pegado un tiro. Lo bueno de esto es que yo sé que no se ha muerto, porque en otra vida le he visto en una cueva en una isla, en el futuro y me salvará de peligros insospechados.
 

Vamos, que ahora, cuando me entre la nostalgia solo necesitaré poner el disco en mi PC y todo será volver a empezar.

(Gracias Antonio)

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