Netwriters Tema: Cruceros
Lo hago cada temporada, cuando los grandes
barcos hacen escala en los puertos de cualquier país y embarcan a turistas que
desean disfrutar de unas vacaciones, planeadas con mucha anticipación. Yo
también, solo que no voy de vacaciones sino a trabajar.
Siempre he oído la frase sagrada: Tenéis que estudiar. La repetían con frecuencia
mis padres... Si no estudiáis, el día de
mañana no encontraréis un trabajo como es debido. Así que mi hermano y yo nos
dedicamos a estudiar, él informática, yo medicina. El encontró un buen empleo,
yo no aprobé el MIR y me quedé en el limbo, en ese punto en que eres y no eres.
Conseguí el título de enfermero, en la última promoción en que podían convalidarse
asignaturas. Recién había terminado cuando vi que solicitaban enfermero-as para
una compañía naviera y decidí presentarme.
Yo no sabía nada de barcos. Tuve que
someterme a un examen de selección bastante duro, además del título debía
hablar dos idiomas; luego de saber los pros y contras del puesto que ofrecían y
de lo que conllevaba la vida a bordo de un gran trasatlántico, llegamos a un
acuerdo y comencé a trabajar.
El barco es una pequeña ciudad que se mueve;
cuando la mar se pone brava recurro a alguna pastilla del botiquín. Duermo en
un camarote con baño, que comparto con otro tripulante y en la enfermería, aguardo
las órdenes del médico titular de a bordo. A diario paseo por una de las
cubiertas, aspirando el aire a bocanadas como si fuera a terminarse, para ver
la puesta del sol. Hasta hoy solo hemos tenido casos simples; alguien que se
marea, o tiene diarrea o se ha dado algún golpe jugando al tenis o en el
gimnasio, o le ha subido la tensión.
Disfruto mucho de las salidas semi
vacacionales, cuando hacemos escala en algún puerto; salvo lo que quiera gastar
en ellas, todo lo demás, en el barco, es gratis para la tripulación. Y luego
está la gente, personas tan diferentes unas de otras, dispuestas a conocerse y
quizá comenzar una amistad que pueda llegar a ser duradera.
Para mí, aquello no era más que un impasse y una vez disfrutara la
experiencia e hiciera unos ahorros, volvería a intentar sacarme el MIR y buscar
un trabajo en tierra. Pero sucedió algo inesperado que me hizo cambiar de idea:
Conocí a Adela y supe que podía ser útil allí de la misma manera que lo sería
en cualquier otro lugar.
Pasaba desapercibida, apenas nadie se había
fijado en ella. Yo tampoco, hasta la tarde que fue depositada en la camilla de
la enfermería, calada hasta los huesos, pálida y semi muerta. Se había tirado a
la piscina grande de la cubierta superior, a una hora en que allí no había nadie.
Afortunadamente, un pasajero leía sentado en una hamaca y oyó el ruido de los
chapoteos angustiosos de la joven. Todos pensaron que había sido un accidente.
Ella deseaba morir. Me lo confesó después de mis esfuerzos por devolverla a la
vida.
No nos enamoramos, eso suele pasar en las películas, pero sí nos hicimos amigos
y conseguí que apartara aquellas ideas nefastas de su cabeza, espero que para
siempre.
Lo pensé durante un tiempo; podía
ser útil allí, en mi trabajo como médico o como enfermero; quién sabía cuántas
vidas podría salvar en aquel lugar perdido en medio del océano, lejos de todo. No será para siempre, me dije. Me
gustaba conocer gente nueva y sitios nuevos y no menos importante, la cuestión
económica era inmejorable, seguro que no iba a arrepentirme.
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