sábado, 19 de marzo de 2016

A menudo me voy de crucero



Netwriters Tema: Cruceros








Lo hago cada temporada, cuando los grandes barcos hacen escala en los puertos de cualquier país y embarcan a turistas que desean disfrutar de unas vacaciones, planeadas con mucha anticipación. Yo también, solo que no voy de vacaciones sino a trabajar. 
Siempre he oído la frase sagrada: Tenéis que estudiar. La repetían con frecuencia mis padres... Si no estudiáis, el día de mañana no encontraréis un trabajo como es debido. Así que mi hermano y yo nos dedicamos a estudiar, él informática, yo medicina. El encontró un buen empleo, yo no aprobé el MIR y me quedé en el limbo, en ese punto en que eres y no eres. Conseguí el título de enfermero, en la última promoción en que podían convalidarse asignaturas. Recién había terminado cuando vi que solicitaban enfermero-as para una compañía naviera y decidí presentarme. 
Yo no sabía nada de barcos. Tuve que someterme a un examen de selección bastante duro, además del título debía hablar dos idiomas; luego de saber los pros y contras del puesto que ofrecían y de lo que conllevaba la vida a bordo de un gran trasatlántico, llegamos a un acuerdo y comencé a trabajar.
El barco es una pequeña ciudad que se mueve; cuando la mar se pone brava recurro a alguna pastilla del botiquín. Duermo en un camarote con baño, que comparto con otro tripulante y en la enfermería, aguardo las órdenes del médico titular de a bordo. A diario paseo por una de las cubiertas, aspirando el aire a bocanadas como si fuera a terminarse, para ver la puesta del sol. Hasta hoy solo hemos tenido casos simples; alguien que se marea, o tiene diarrea o se ha dado algún golpe jugando al tenis o en el gimnasio, o le ha subido la tensión.
Disfruto mucho de las salidas semi vacacionales, cuando hacemos escala en algún puerto; salvo lo que quiera gastar en ellas, todo lo demás, en el barco, es gratis para la tripulación. Y luego está la gente, personas tan diferentes unas de otras, dispuestas a conocerse y quizá comenzar una amistad que pueda llegar a ser duradera. 
Para mí, aquello no era más que un impasse y una vez disfrutara la experiencia e hiciera unos ahorros, volvería a intentar sacarme el MIR y buscar un trabajo en tierra. Pero sucedió algo inesperado que me hizo cambiar de idea: Conocí a Adela y supe que podía ser útil allí de la misma manera que lo sería en cualquier otro lugar. 
Pasaba desapercibida, apenas nadie se había fijado en ella. Yo tampoco, hasta la tarde que fue depositada en la camilla de la enfermería, calada hasta los huesos, pálida y semi muerta. Se había tirado a la piscina grande de la cubierta superior, a una hora en que allí no había nadie. Afortunadamente, un pasajero leía sentado en una hamaca y oyó el ruido de los chapoteos angustiosos de la joven. Todos pensaron que había sido un accidente. Ella deseaba morir. Me lo confesó después de mis esfuerzos por devolverla a la vida. 
No nos enamoramos, eso suele pasar en las películas, pero sí nos hicimos amigos y conseguí que apartara aquellas ideas nefastas de su cabeza, espero que para siempre. 
Lo pensé durante un tiempo; podía ser útil allí, en mi trabajo como médico o como enfermero; quién sabía cuántas vidas podría salvar en aquel lugar perdido en medio del océano, lejos de todo. No será para siempre, me dije. Me gustaba conocer gente nueva y sitios nuevos y no menos importante, la cuestión económica era inmejorable, seguro que no iba a arrepentirme.





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