domingo, 31 de mayo de 2020

Buscando sirenas

















Hay un ayer y un hoy en el aire, se balancean ambos al compás y revuelven el poso de los recuerdos. Hay un hoy que deviene de lo que fue y no se sabe a dónde se dirige. El cielo tiene el viejo tono azul y el sol su sempiterno brillo y sus cálidos rayos de siempre; también en el ambiente flota el mismo olor a hierba fresca que se va secando al sol y el perfume de algunas flores que parecen sudarlo tocadas por la gracia del astro rey.

Miro como amanece el día, contemplo los paisajes conocidos en los que puse mis ojos tantas veces, esos que inmortalicé en imágenes grabadas a destiempo. ¿Qué busco? La calle sube en dirección a la parte alta del pueblo desde donde se ve el mar azul y brillante, lejano y apetitoso. Sigo el sendero labrado en la montaña por miles de caminantes durante cientos de años. Sé lo que hay arriba, lo recuerdo perfectamente de otras veces. A lo lejos la costa vasca, los molinos de viento rodando en el Super Puerto, los acantilados blancos de Punta Galea y más lejos aún, a las noches, las luces brillantes de Gorliz y Plentzia dándose un baño nocturno y parpadeando a la costa, enfrente.

Hay pequeños yates en la bahía con gentes tomando el sol en la cubierta de proa y niños lanzándose al agua profunda para buscar sirenas. Hay mucho mar, mucha playa y mucha gente que desea olvidar. En medio de todo eso se esconde un fantasma que no busca sirenas sino que vigila silencioso deseando que todos le olviden. Yo miro al norte, de allí llegan los grandes gaseros que esperan, en la entrada del puerto a que les den permiso para entrar. Vistos desde donde estoy parecen ballenas varadas y silenciosas, indiferentes al olor, al sabor, al dolor. De pronto ya no me pregunto qué estoy buscando porque por fin entiendo que lo que busco es un imposible, absurdo perseguirlo. Lo entiendo. ¿Lo entiendo? Miro una vez más y voy bajando. Por la calle veo gente con el pan y el periódico bajo el brazo, con chanclas y traje de baño. Cinco minutos después yo también llevo mi pan. El periódico no. Mienten. El traje de baño tampoco. Eso luego.







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