De pronto apareció en la pantalla del
televisor de mi casa, allí mismo como si estuviera presente y me miró. No fue
solo esa vez, hubo otras también casuales hasta que me encontré buscándole por
todas las páginas de los periódicos y revistas y si no lo encontraba me
sumergía en las de Youtube, Facebook, Instagram, ese mundo que parece paralelo
y sin embargo está ahí al alcance de la mano. Pero él no lo estaba, quiero
decir: no estaba al alcance de mi mano, porque tenía página y perfil en todas
las Redes Sociales y miles de seguidores y suscriptores que le dejaban mensajes
emocionados.
Yo escuchaba sus declaraciones y admiraba su
talento para ganarse a la gente con su saber hacer y su sonrisa. El sabía que
llamaba la atención por su trabajo y comprendía que añadir a su talento
intelectual un poco de picardía mirando fijamente a las cámaras, de tal manera
que parecía que mirara a cada uno en particular, atraía a muchos fans.
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En el blog D. Ferré |
A veces en algunos corazones se encierran
amores que quizá ni uno mismo se confiesa, que permanecen ocultos sin que se
les nombre, que estuvieron en su día esperando brotar para darse a conocer y se
les pasó el momento. Y están ahí callados, secretos, sin una pizca de
esperanza. Algunos podrían hacerse reales con un poco de valor, otros son tan
imposibles que ni siquiera se plantean asomarse a los ojos de los que los
llevan dentro. Los amores imposibles pueden causar pena, también pueden
olvidarse si es lo que se desea, o pueden conservarse ocultos, secretos, sin
esperanza pero proporcionando sentimientos en los que recrearse cuando todo se
convierte en nada.
A veces una mirada de alguien que sabes que
no te ve aunque te mire y que no te verá jamás, que ni sabe que existes, ni se
imagina que ocupa tu pensamiento, puede resultar suficiente para despertar un
sueño en una noche de insomnio.
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