jueves, 11 de noviembre de 2021

Las botas verdes

 

 

 

 


 

 

 

Pronto me iré y desde la colina que rodea el Valle, podré ver los viejos árboles que miran al cielo y el camino que desciende hacia el río. Cuando me vaya llevaré puestas mis botas verdes, las que envuelven mis piernas con su piel delicada y brillante. Llamarán la atención a mi paso y me guiarán.

Se exhibían en un escaparate. Las deseé nada más verlas. La dependienta de la zapatería me miró de arriba abajo y me informó de que eran carísimas. Le devolví la mirada, solo que en la mía había un punto de ironía que quizá no alcanzó a comprender.

Las quería, estaba decidida a que fueran mías, porque el camino que debía emprender no sería fácil y ellas me inspirarían. Me esforcé en reunir el dinero que costaban y las compré.

Me las pondré y daré un paso tras otro; primero despacio contemplando el paisaje con el corazón sereno, admirando el brillo del sol que atraviesa las copas de las hayas y encienden luces en las aguas del río. De cada pisada brotará un sonido nuevo, que pondrá en alerta a todos los minúsculos habitantes escondidos entre el ramaje. Cuando llegue allí nada importará ya y sabré si me han mentido.

Pronto me iré, me repito; tengo miedo de lo que pueda esperarme en ese lugar imaginado, pero, les han crecido alas a mis pies y me impulsan a apresurarme para llegar. No sé dónde, tampoco cuándo, lo que sí sé es que voy a encontrarle

 

 

 

 

 

 

 

 

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