jueves, 17 de marzo de 2022

Miedo

 

 

 

 

                                                                Imagen de Desmotiva

 

 

Mercedes estaba sentada junto al ventanal del pequeño bar y removía el café lentamente para deshacer el corazón dibujado en la espuma; los ojos bajos. Luchaba por controlar sus sentimientos, para que las palabras de Teresa no la traicionaran.

-          Mentiría si te digo que no estoy asustada. Me gustaría ser de esas personas que se muestran valientes ante una noticia así y que viven todo el proceso con una sonrisa en los labios – Estaba frente a ella, tenía el rostro pálido y la mirada triste.

 

-          Pero tú lo has hecho, has luchado con mucho coraje y todos hemos alabado tu fuerza de voluntad para seguir el tratamiento.

 

-          Sí, eso era cuando había esperanza, cuando los médicos te dicen que vas a poder controlarlo. Ahora todo eso ha quedado atrás y de pronto me he derrumbado. Tengo miedo, Merche, me asusta lo que tendré que pasar aún y lo que vendrá después, cuando esto haya acabado.

Miró hacia la calle. No podía hablar. ¿Qué podía decirle que le sirviera de consuelo? Prefirió levantarse y abrazarla.

-          ¿Qué te parece si vamos a dar un paseo? Hace un día muy bueno y nos vendrá bien caminar.

Rodeó el brazo de su amiga y caminaron, así, enlazadas, como habían hecho tantas veces. Pudo comprobar su delgadez. Fue como agarrarse a un arbolito que tiembla contra el viento.

-          Paco y mi madre no quieren hablar de esto; para ellos aún queda esperanza. Los médicos han dicho que no, pero no quieren oírlos. Y yo necesito hablar de ello. Hay cosas que quiero aclarar y otras que nunca he dicho y creo que es el momento de decirlas. Y ¿cómo se lo explico a mis hijos? Pablo ya lo sabe y creo que lo ha comprendido mejor que su padre, pero Nena, ¿cómo se lo explico a ella que aún es tan pequeña?

 

-          Diles la verdad. Cuéntales lo que sientes, a cada uno como creas que lo puede entender. Explícales lo que me has dicho a mí. Tienes derecho a sentir miedo, ¿quién no lo sentiría? Ellos también lo tienen y reaccionan no queriendo hablar del tema.

 

-          Tu ya sabes que no soy religiosa, hemos hablado de esto muchas veces. Ahora vuelvo la vista y no sé dónde mirar. Se que, si hay un Dios en alguna parte, no me verá a mí entre tanta gente con problemas y pesares. Y qué puede hacer El, por muy Dios que sea. Ya no tiene remedio.

 

Conoces lo que pienso sobre esto. Y aquí estoy diciéndote que Dios existe, eres tú a su imagen y semejanza. ¿Te has equivocado mucho en tu vida? Y quién no. El también, por dejarnos a nuestro libre albedrío. Así nos va. Recuerda nuestras conversaciones: Somos polvo de estrellas e iremos al cielo ¿A cuál, al de los católicos, los musulmanes o a un totum revolutum? No importa; y si este polvo que somos cae bajo un peral, seremos peras. Pero no nos vamos a enterar. Lo importante es que te quiero mucho, que todos te quieren, hasta los que no lo dicen. Y que vas a caminar hacia tu destino con la cabeza alta y llorando o riendo a ratos, como te apetezca. Sé que pensarás que es fácil decir todo esto cuando el que sufre es otro

 

 

 

 

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