sábado, 26 de marzo de 2022

Vivian no besa en la boca

 

 

 

 


 

 

Asegura que los besos en la boca son demasiado personales.

 

Aquella tarde fuimos al cine. No recuerdo el título de la película que vimos, solo que era de vaqueros y había muchos caballos y soldados yanquis. En realidad, lo que dieran me importaba poco; había invitado a Leticia porque era el lugar donde más cerca podía tenerla, sin que se mosqueara. Disimulaba como si la cabeza del de delante no me dejara ver y así podía acercar la mía a la suya. Olía de una manera que me embriagaba, debía ser su pelo; toda ella tenía un aroma especial que a mí me volvía loco.

Hice un avance y toqué su mano. La verdad es que era una tentación, tal y como la había dejado sobre su muslo, como dormida y a la vez tan viva. Entrelacé mis dedos con los suyos. Me dejó hacer sin siquiera mirarme. Como si no pasara nada. Su mano era cálida, la mía nerviosa y temblona. Pensé que, si eso había ido bien, quizá podría pasarle el brazo por el hombro. Conseguí rodearle la espalda y atraerla un poco hacia mí. Estaba en el Nirvana, veía pasar las sombras de los caballos en la pantalla, pero mi pensamiento estaba absorto en la emoción del momento porque, por fin, iba a besarla.

Ahora o nunca, me dije. Me incliné un poco y deslicé mis labios por su nariz, despacio, como si estuviera saboreando un helado. No me rechazó así que, continué hasta su boca y la besé por primera vez. Fue un estallido de luces que bailaban en medio de la oscuridad. Imposible olvidar la dulzura de aquel beso.

Teníamos quince años y éramos de una generación de inocentes.

Pensaba en esto mientras veía Pretty Woman con mi hija de la misma edad. Mi mujer me había dicho que si la veíamos que le explicara un poco las cosas. ¿Qué podría decirle que ella no supiera ya? Estuve tentado de contarle lo de aquel lejano beso. Pero creo que no iba a entenderlo.

 

 

 

 

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