jueves, 20 de marzo de 2014

© Adoro a mi suegra



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Mi suegra tiene el don de la oportunidad. Lo supe desde la primera semana después del viaje de novios. Cuando mi equipo está a punto de meter gol en el partido más importante de la temporada, ella llama a preguntar si queremos lentejas que le sobraron el día anterior. Tiene otras cosas buenas también, por ejemplo que prepara unas magras de chuparse los dedos y que cuando nos hace falta ella es la primera en ofrecerse. Pero a mí Pedro, mi mejor amigo y veterano en esto, me dijo un día que a las suegras hay que mantenerlas alejadas de sus hijas cuanto más mejor y tomé nota.

Otra cosa que tiene mi suegra es una viña a las afueras de Olite, el pueblo de donde era mi suegro. Es pequeña, de unas pocas hectáreas, pero las plantas son buenas y dan un caldo muy rico. De siempre han cosechado y hecho vino y luego lo han guardado para el consumo familiar. A veces me toca ir allí a efectuar controles y poner orden. Mi suegra tiene unas grandes dotes de dirigente y cualquiera le niega nada.

Aquella tarde jugaba el Athletic contra el Barcelona, Marga leía y yo, para abrir boca “estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo… “

— ¡Por fin lo ha descubierto! —Me dije alborozado— ¡será bruja!

— Yerno, lo siento —me dijo con sorna cuando cogí el auricular— aún no pienso morirme, pero hay algunas cosas de tu mensaje que podríamos poner en práctica cuando quieras.

¡Bien, había dado resultado! Era una manera rara de decírselo pero... Porque yo tenía ideas y planes, los había escrito en la parte trasera de una factura vieja y para no perderla y a la vez para que ella se enterara la había metido en una de las muchas botellas que esperaban su turno para ser usadas o desechadas. ¡Bingo!



(Concurso de Relato Breve patrocinado por Vinos Do Navarra turismodevino.com )


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