(Tema Humanos)
Lilyha apretó el botón, la puerta del horno se abrió pausadamente. Metió
dentro la bandeja con el asado y luego dijo en voz queda: Cuatro minutos a máxima potencia y diez a media. Sus amigas se reían
porque ella cocinaba como cuando sus abuelos llegaron a aquel lugar y
decidieron quedarse. Pero ella había leído, leía mucho y sabía de comida
natural, cocinada a la antigua manera y había decidido probarla. Le gustaban
los experimentos y esta forma de comer era uno más de ellos. Desde luego mucho
mejor que la comida liofilizada, deshidratada o en pastillas, que se utilizaba comúnmente. Y de paso ocupaba su tiempo libre, demasiado
para su gusto, después de las horas en que debía trabajar.
En
la casa todo estaba tranquilo, a media luz, el silencio la ponía de los
nervios, era algo congénito, debía de tener relación con las historias que
contaban sus padres sobre viajes en cabinas estrechas y cosas similares que
parecían no tener sentido, pero que, a fuerza de escucharlas eran parte
fundamental de sus recuerdos. Miró la pantalla de su observador para comprobar
si la señal de Rothen lo situaba ya cerca de la casa. Se dio una ducha rápida.
Llegaría enseguida. Estaba loca, se comportaba como una mujer de otros tiempos.
Se vistió con un mono en tonos suaves y unas sandalias de plataforma. Estaba
oscureciendo, a través de la densa capa de contaminación, podía verse la luz
del sol, blanquecina y fría, bajando hacia el horizonte.
Aquella
noche Rothen le hizo el amor. Había resultado tan... frío como siempre. Así
debía ser. Todo lo que contaban los libros hacía mucho que no tenía sentido.
Soñaba con pasiones desatadas, aunque no sabía muy bien qué era aquello. Tenía
un trabajo fácil, en realidad los ordenadores hacían la mayor parte. Por eso
leía continuamente los viejos libros de la Biblioteca Nacional, historias de
amor y de enamoramiento, de gentes que se amaban y se odiaban, que luchaban
unos con otros y todos contra todos. Se preguntaba cómo sería vivir con toda aquella
violencia y pasión en lugar de con esta especie de indiferencia en que vivían
ellos. Sentía curiosidad y hasta cierto punto un poco de envidia por lo que
adivinaba de todo lo que leía. Qué sería que te abrazaran con fuerza y qué se
sentiría cuando te besaran de esa manera, ¿sería verdad lo que contaban en los
libros? Debía de ser fantástico
emocionarse, deseaba que aún fuera posible ver el color azul del mar o del cielo
y sentirse feliz. Así debía ser entonces, cuando todo aquello era posible, cuando
las parejas se unían y se amaban. ¿Cómo sería amar? No podía entender tampoco
que los hijos se quedaran en casa y los criaran las madres. ¿Cómo conseguían
hacerlo y cómo podían ellas enseñarles todo lo que luego les serviría en la
vida?
A
veces Rothen solía reñirla, le había dicho que no leyera nada de todo aquello y
sobre todo que no se lo dijera a nadie, porque ya sabía que estaba prohibido. Si se enteran que aprovechas tus horas de
trabajo en la Biblioteca para leer todo eso, te van a echar y tendrás que ir a
reciclarte. No podremos vernos en un año terrestre.
Rothen trabajaba en el Departamento de Estudios Humanos. Últimamente
parecía estresado. No era raro, porque su trabajo estaba lejos y antes de
llegar debía respirar aquel aire espeso que, apenas penetraba en los pulmones había
que devolverlo fuera. Lilyha estaba preocupada. Mientras se preparaban para
dormir le preguntó qué le pasaba. Fue entonces cuando él le habló de los
Humanos. Ella había oído comentarios sobre ellos, pero nunca había visto
ninguno. Rothen, al parecer, estaba investigando con varios de ellos. La Fuerza
Vigilante los había encontrado escondidos en la zona alta de la Ciudad Vieja, viviendo
entre escombros en un lugar inhóspito y solitario. Los habían apresado y los
tenían en observación en el Departamento, desde hacía mucho tiempo,
observándoles sin que lo notaran.
Son extraños, a veces salvajes, no saben
controlarse, sobre todo los hombres. Pero si atacas o haces daño a alguno de
ellos, todos se unen para ayudarle. Hacen cosas raras, tendrías que verles y
oírles cuando copulan, y a sus mujeres cuando están con sus hijos. Se tocan,
los acarician, se besan y se ríen por tonterías y ¡lloran! con unas gotas de
agua transparente que brotan de sus ojos cuando están tristes. La tristeza les
llega de pronto y les dura un tiempo, no sabemos aún por qué les sucede eso,
pero creo que les hace muy infelices. Son una raza curiosa, llenos de pasión
por todo, gritones y alborotados, ásperos unos con otros, pero también
sencillos y reposados, dulces y solidarios, ellos hablan de amor, de amistad,
de empatía, de odio y envidia... y de otras cosas similares. Todas tienen que
ver con su naturaleza y debe de ser muy difícil vivir con toda esa carga
interior. Aún no sabemos qué hacer con ellos, pero tratarlos me deja agotado,
porque son tan diferentes, están tan vivos a pesar de que ya quedan tan pocos.
Son primitivos pero hay algo que me asombra, en especial, de ellos y es su
manera de reproducirse, es inquietante y a la vez despierta algo en mi interior
que desconocía.
Tengamos un hijo, le dijo ella, llevo mucho tiempo pensando en ello, pero no programemos uno hecho en el laboratorio,
hagámoslo a la manera de los humanos, a lo mejor también nosotros podemos; me
gustaría gestarlo yo y si fuera posible, quedárnoslo, no entregarlo al Hogar de
la Vida Futura. Besarle y abrazarle, cuidarle y alimentarle, como hacen ellos
con sus crías. Según sus libros, es eso lo que les hace ser como son, aprenden
de sus padres lo que tienen que saber para enfrentarse a la vida, son más
fuertes porque pertenecen a alguien, a un lugar.
No creas que todo en ellos sea bueno. No son
como imaginas, hay muchas cosas horribles en la historia de los Humanos, no te
limites a leer solo en libros donde hablan de ellos como deseas que sean.
Además correríamos un gran riesgo, sabes que eso está prohibido, tendríamos que
escondernos, vivir aislados, como ellos y aún así no sabemos si seríamos
capaces de sentir como ellos sienten, ni si nos gustaría, de ser posible. Tengo
que pensarlo y luego tomaremos una decisión.
No había dicho que no, pensó Lilyha, eso
quería decir que pudiera ser que lo intentaran.
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