(Tema relojes)
Akin miró el reloj de la estación. Había tiempo; tal
vez aún viniera. De pronto recordó el reloj de cuco que su madre había heredado
de la suya. De niño esperaba, hipnotizado, ver salir el pajarito: ¡cucú! La
hora en aquel reloj moderno era fría e impersonal.
No, ella no vendría
Miró la palma de su mano, pálida en contraste con su
piel negra y luego observó sus uñas, sin saber por qué lo hacía. Había confiado
en que fuera valiente, pero, quizá le había pedido demasiado.
El pitido sonó tres veces; se acabó, pensó. Miró el
reloj de su muñeca: las 10. Justo entonces el tren se puso en marcha. Y él dejó
atrás sus ilusiones.
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