miércoles, 24 de enero de 2018

Embustera

















Pestañeó dos veces para decir que sí. Entonces él la besó tembloroso. Cuando entro en la casa, le vio marchar desde la ventana; caminaba ligero, como si volara, parecía tan feliz que le dio pena. Había insistido tanto que no había podido negarse.

 Cuando se miró al espejo volvió a ver reflejada en sus ojos la expresión de triunfo de cuando mentía a un hombre. Esta vez no se preguntó por qué lo hacía. No podía, no quería arrepentirse. Había dicho que sí pero, una vez más, sería que no.









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