lunes, 30 de marzo de 2020

A un amigo






Imagen de la Red en NMnoticias



Querido, lo siento. Sé que últimamente te tengo relegado que no olvidado, te lo prometo. Solo son las circunstancias por la que estamos pasando y espero que me comprendas. Yo conocía de tu existencia, bueno en realidad la de otros como tú. Los veía salir a la calle y pensaba que eran buenos colegas y que su existencia era un regalo para aquellos a los que se acercaban. Cuando me di cuenta de que necesitaba alguien que me acompañara y me diera seguridad, pensé que tú serías perfecto para ello.

No creas que fue fácil, había quien me preguntaba si estaba loca, otros decían que yo no tenía edad para semejante aventura, que si empezaba ya no querría dejarte nunca, que a veces resultabas muy incómodo. Menos mal que hubo quién me animo a quedarme contigo: ¿tú quieres? pues no te preocupes de lo que piensen los demás. Como suelo hacer siempre, sopesé los pros y los contras y decidí que iba a arriesgarme. Te había visto una mañana muy tieso y hermoso en una tienda y pensé que seguramente estarías todavía allí, así que me fui derecha a la estantería, te cogí con las dos manos, sopesé, medí, analicé tu estructura, pregunté tu precio y me quedé contigo. Y no me arrepiento nada, en absoluto. Es cierto que ya no puedo prescindir de ti, eres perfecto porque me das seguridad, hasta puedes defenderme si fuera necesario. Contigo voy a lugares alejados a los que no iría sin ti, así que no puedo prescindir de tu presencia ¿quién me lo iba a decir?

Por eso me apena verte ahí en el paragüero, mustio, solitario, esperando a ver si abro la puerta de la calle y te cojo en mi mano, como hacía siempre y nos vamos por ahí. Pues no puede ser, querido bastón, ya quisiera yo, pero es imposible. Pronto, pronto ten paciencia. 




3 comentarios:

ركن الامثل dijo...
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ركن الامثل dijo...
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NARCISO IBAÑEZ PALLARES dijo...

Muy hermoso relato.