lunes, 28 de diciembre de 2020

Corazón helado

 

 

 

 

 

                                                                    Imagen Quint Buchholz
 

 


 

Imagina: La orilla del lago se desdibuja y pierde el suave contorno de primavera. El agua se mueve pesadamente helada y el cielo carece de sus tonos azules, convertido en una masa blanca y algodonosa. Está ahí contemplando su mundo cambiante y frío, los copos de nieve se posan en su paraguas y hacen que pierda su color y que pese más por momentos. ¿Qué hace ahí tan solitario? ¿Qué está pensando?

¿Qué puede hacer? Se ha hecho la pregunta muchas veces en los últimos días. Lo que dicte tu corazón, le han aconsejado. Pero el suyo es uno de esos que se debate entre el deber y el deseo y él no consigue guiarlo por el camino adecuado que concilie ambos sentimientos.

Sus labios helados no le dejan hacer música, le duelen a cada soplido y el sonido es desgarrado y falso. La música siempre le consuela y ahora hasta eso se le niega. Sigue nevando y cada vez hace más frío, pero sus pies helados lo mantienen allí quieto y ausente. ¿Podría decirse que es un hombre desesperado?

 La ama, pero tanto como ama su música y por lo que se ve ambas cosas son incompatibles. Un contrato para tocar en EEUU es algo que siempre ha deseado y por fin ha llegado la oportunidad. Sus pensamientos se pierden por un momento recordando el cuerpo cálido y suave de Melinda, la dulzura de su boca y su compañía, siempre había soñado con ella y por fin la tenía. ¿Por qué seguía allí parado en la nieve tanto tiempo, tan quieto que se había convertido en tierra para la paloma?

Y ahora debía elegir. Y su corazón no podía decidirse.

Dicen que lo encontraron allí, quieto, observando las aguas y que en sus ojos había lágrimas heladas y en su boca la sonrisa más triste jamás vista. Bajo el brazo bien sujeta la trompeta y encima del paraguas de rayas verdes y azules, la paloma miraba a lo lejos desde la altura.

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