jueves, 11 de febrero de 2021

Descubriendo

 

 Relatos Improbables

 

 

  


Yo fingía que le creía mirándole asombrada; no entendía cómo podía hablarme con aquella tranquilidad y que yo estuviera escuchándole casi divertida. ¡Si solo tenía once años! Los ojos esquivos, sin mirar de frente y con un ligero temblor en el izquierdo. Me preguntaba cómo podía tener aquella caradura para seguir mintiendo.

O sea que no has sido tú ¿quién ha podido ser entonces, hijo? la vecina dice que te ha visto y los prismáticos estaban en tu mesilla.

¡Que no, mama! que yo no miro desnudarse a la vecina —insistía, rojo como un tomate— ¿Le has preguntado a papá?

 

 

 

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