martes, 14 de septiembre de 2021

Los Cormoranes

 

 

 

 


 

 

 

 

Están erguidos, firmes, como si nada ni nadie pudiera conmoverles, miran a las aguas tranquilas que rodean las rocas en donde se posan. Un año más los miro, son cuatro, como siempre y me pregunto si serán los mismos de otros años o estos son los hijos o los nietos de aquellos que solíamos contemplar tantas veces.

Aparto la mirada para observar al velero que atraviesa la bocana del puerto y sale a altamar y vuelvo a buscarlos. Solo hay tres ahora, pero ya sé que el que falta se encuentra surcando por el fondo marino, persiguiendo a algún pez despistado. Me gusta esa facilidad que tienen para desaparecer en el agua y aparecer a bastante distancia y donde menos lo esperas.

Mi perro huele el aire, hace bochorno, el cielo está cubierto de nubarrones y creo que va a llover, no demasiado, será un poco de lluvia tonta que mojará sin fundamento. Hay días en que a él le cuesta obedecerme, me mira lastimosamente invitándome a seguir el paseo; a veces creo que hasta me invita a sentarme en un banco para que me quede ahí contemplando la bahía, mientras él olfatea, una vez más, en el pasto y los árboles.

Tengo que irme, pienso, pero no sé por qué. Hay un reloj y un calendario que marcan los tiempos, a veces se alargan y otras se acortan. Qué más da aquí o allí. En ambos lugares hay algo de lo que necesito, pero en ninguno de los dos está todo. Me miro al espejo, contemplo mis manos y aliso mi pelo. Todo ello mío y sin embargo tan diferente a mí. ¿Cuál de las dos soy yo realmente? Me lo pregunto, pero ya sé la respuesta: Soy la que ven, también y sobre todo la que veo yo. 

 

 

 

 

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