Tema: Un día de fiesta
Le gustaba cepillarle el pelo. Deslizó, una vez más, el cepillo por él, formó una coleta y la sujetó con una goma. Luego extendió la crema hidratante por su cara y el resto de la piel y la acompañó hasta la butaca, cerca del ventanal. Se volvió desde la puerta antes de salir del cuarto. Parecía tan serena, sentada bien erguida, las manos en el regazo, envuelta en aquel jersey que, con tanta ilusión se había comprado en Suiza. Durante horas miraba a través del cristal y dios sabe en qué estaría pensando. Él contemplaba las copas de los árboles y el cielo azul, pero sólo la veía a ella, hiciera lo que hiciese. En el fondo de sus ojos grises, residía todo lo que aún podían decirse y que él tan bien entendía.
A media mañana la tomó en brazos y la bajó al jardín, como siempre que hacía bueno. Sus dedos temblaron al tocarla y sentir el tacto de su piel. Allí fuera, entre sol y sombra, respiraba profundamente y a saber por qué sonreía. Tal vez estaba en un mundo propio, desconocido para los demás. Tener tiempo hacía feliz a Luka y descargaba de sus hombros sentirse culpable cuando, por trabajo, debía ausentarse...
Sucedió un día en que habían peleado por quién se duchaba primero y como siempre, acabaron haciéndolo juntos; el café de corridas y un beso de despedida. Él tenía prisa y se llevó el coche, ella iba más cerca, daba clase en el colegio público del pueblo y cogió la bicicleta. La siguió detrás unos metros, las piernas enfundadas en uno leggins azules y la camiseta blanca con las letras del supermercado de la esquina. Solo mirarla hacía hervir su sangre, así que la adelantó despidiéndola con un gesto de la mano.
Cuando volvió a verla ya no era la misma. En el corto trayecto de casa a la escuela un coche había tratado de adelantarla, haciéndola caer al arcén. Fue una caída tonta, pero su cabeza golpeó con una piedra y allí acabó la maravillosa Laura, convirtiéndose en la que era ahora.
Preparó la comida: arroz con almejas y salmonetes, de postre una deliciosa ensalada de frutas con un chorrito de miel. Ventiló la cocina que olía a pescado, Se dio una ducha y se vistió. Quitó con cuidado las espinas al pez, preparó las bandejas y salió al jardín.
- ¡Vamos guapa, a comer! Que es domingo y te he preparado las cositas que más te gustan. Luego sigo leyéndote el libro. Tenemos toda la tarde para nosotros, que hoy es fiesta.
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