domingo, 15 de junio de 2014

Sin título















Trajeron ayer ligeras las horas
las voces que llamaban a la guerra
y resonaron los llantos de las madres 
clamando por sus hijos muertos


Dijeron, prometieron, lo proclamaron
que este siglo sería como la miel
como la brisa fresca que suave acaricia
y la justicia alcanzaría para todos.

Había un continente sin futuro, muerto,
lleno de vidas hurtadas e imposibles.
Las aves rastreras, sin pesar lo cercaban
aquellas que sin rubor luego dormían tranquilas

Monstruos mirando con avaricia,
sátrapas de la ignominia y la lujuria
que no conocen la misericordia, ni simpatía,
solo el afán de conseguir sus deseos

Para muchos no queda esperanza, pero
cuando se rompa la composición perfecta
del cielo azul que nos protege, llegará por fin
la mágica conjunción  del hombre y la tierra.




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