(Imagen de la Red sin relación) |
—Tenían
razón, ¡joder!
— Ya te lo
decía, ha cambiado tanto que está irreconocible. Cuando se fue era joven,
delgado y fibroso. Ahora mira esas bolsas oscuras bajo sus ojos, esa piel
cenicienta y los kilos de menos. Parece muy cansado.
— Pero ahí
lo tienes mirando de frente, con orgullo. Tiene que joder que haya quien mire
para otro lado cuando te ve.
— Ya, pero
he visto a otros que le dan palmaditas en la espalda.
— Mira, en
la pared del frontón aún sigue esa pintada: ETA KANPORA
—Sí, cuando
la haya visto ¿qué habrá pensado?
— No sé. El
ya debe saber que han perdido.
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