lunes, 13 de abril de 2015

La risa de Augusto








 




    No paraban de reír, sobre todo los niños. Escuchándoles Augusto se crecía, las risas entraban en su cabeza a borbotones. Una pirueta más, un gesto cómico, ajustarse la nariz roja y todo el público reía a carcajadas. Entonces se le ocurrió acercarse a la niña de ojos azules y tomarla en brazos, la paseó por toda la pista apretándola contra su pecho, reía feliz, hasta que, de pronto, el padre se la arrebató de los brazos.

    — ¡Aléjate de mi hija, pervertido! —le gritó airado.
   

1 comentario:

Victoria dijo...

Pobre Augusto!!!Un payaso triste e incomprendido!!!


Realmente era feliz Augusto?

Creo que necesitaba amor,,cariño..
No creo que haya sido por otra causa..

Bueno y gracias por compartir
Con cariño Victoria