A las ocho de la mañana, los niños van
llegando a la esquina de la Inmobiliaria para tomar el autobús del colegio. A
las diez se encenderán las luces del comercio y abrirán la puerta.
Cada día, la pareja de enamorados se para,
comentan los precios de los pisos y se alejan enlazados.
Como todos los martes, la mujer de cincuenta
espera a su amiga en la esquina y luego se van caminando ligeras.
El día pasa rápido, a las cinco volverán los
niños. A las ocho y media, cuando ya haya oscurecido, el novio de la empleada
de la inmobiliaria la estará esperando, fumando un cigarrillo.
Yo toco el violín en la esquina de enfrente; creo
que hoy podré dormir a cubierto.
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