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El año para Inés comenzaba en verano, cuando iba a casa de sus tíos en un pueblo de la costa. No habría cambiado aquellos días por nada en el mundo. A veces se preguntaba cómo podía estar tan contenta dejando a sus padres solos tanto tiempo.
Los baños en la playa, los paseos en bici, las merendolas. Las romerías y los primeros amores. No sabría decir qué le gustaba más. Volver a casa era como caer de una nube para toparse con la realidad.
Un verano su madre no pudo contenerse y se echó a llorar. Sorprendida se dio cuenta de que nunca había pensado que pudieran echarla en falta.
1 comentario:
Las madres siempre echamos en falta a los hijos.
Buen relato,
Saludos
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