viernes, 5 de enero de 2018

Perfil





                                                                             Ivana Rajic







Íbamos a algún lado, pero no recuerdo a dónde. Como siempre, caminabas a mi lado; habíamos salido con el grupo de montaña, me llevabas la bolsa, una preciosa cesta que me habían regalado para estas cosas, en los tiempos en que las mochilas aún no se usaban.  En el primer alto te sentaste en el suelo junto a mí, que me había alejado algo de los demás. Siempre me ha gustado contemplar el mundo desde mi propia atalaya, un poco a solas, para poder pensar, respirar y ver de verdad. Fue el día que me diste tu primer regalo. Una cajita pequeña que no pesaba y no metía ruido, aunque la movieses. Te miré extrañada. En realidad, por aquel entonces, yo solo veía al amigo, el compañero de salidas, el amante de los perros, siempre alegre y contando chistes. 'Ábrelo en casa', me dijiste y aunque me podía la curiosidad, es lo que hice.

No sé si te acuerdas. En la caja había un papel con un dibujo, diría que era más bien pequeño, pero claramente era yo. Mi cabeza, mi pelo inconfundible, mi perfil. Todo ello dibujado a tinta china. Y te imaginé estudiando en casa, o eso creerían tus padres, preparando láminas para algún trabajo en la Escuela de Minas y con la cabeza en otro sitio. Hubo más dibujos, pero este del que te hablo fue la llave que abrió la puerta.





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