—Lo juro,
señor agente. El día ha amanecido soleado y me he levantado contento, he tomado
el café y he salido a correr. El portero acababa de limpiar el portal y me he
resbalado tontamente cayéndome al suelo. Aún así he corrido feliz por la
avenida, aunque me doliera el coxis, ¡si hasta canturreaba! Luego, al cruzar la
calle un coche casi me atropella.
Se lo
juro, a pesar de todo esto me sentía alegre, pero su compañero se ha empeñado
en ponerme una multa por cruzar con el semáforo en rojo y ha insistido, aunque
le he dicho que no llevaba dinero. Se me ha esfumado la alegría y le he mandado
a la mierda.
Y eso es
todo.
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