domingo, 3 de febrero de 2019

Realidad





Dragan Todorovic






Los párpados me pesan, no quiero abrir los ojos y permanezco quieta, envuelta en el calor de las sábanas. Recuerdo que ha pasado algo y aparto el pensamiento sin entrar en él. Por mi garganta sube una amarga certeza desde mi corazón; no quiero pensar porque sé que si lo hago tendré que asumir la realidad y eso duele profundamente.

La casa está en silencio, levanto las persianas para ver si entra el sol. Está lloviendo, un día más gris y desolado. Tú, me mira con esa dulzura del animal triste que es ahora, pero aún así mueve su cola en señal de reconocimiento y cariño. 

Voy a ponerme un café y a comenzar el día, tengo cosas que hacer o quiero tener cosas que hacer para ocupar el vacío que llena mi tiempo, todo este tiempo que ya parece no tener razón de ser. El pasillo está oscuro, pero lo conozco bien y no necesito luz para recorrerlo. Es entonces cuando le veo entrar en el baño que está entre las dos habitaciones, solo su espalda y la parte baja de una de sus piernas, pero sé que es él, claro ¿quién podría ser si no?

Respiro aliviada: solo ha sido un mal sueño. Ya decía yo que es imposible que él esté muerto.