Dragan Todorovic |
Los párpados me pesan, no quiero abrir los ojos y
permanezco quieta, envuelta en el calor de las sábanas. Recuerdo que ha pasado
algo y aparto el pensamiento sin entrar en él. Por mi garganta sube una amarga
certeza desde mi corazón; no quiero pensar porque sé que si lo hago tendré que
asumir la realidad y eso duele profundamente.
La casa está en silencio, levanto las persianas para
ver si entra el sol. Está lloviendo, un día más gris y desolado. Tú, me mira con
esa dulzura del animal triste que es ahora, pero aún así mueve su cola en señal
de reconocimiento y cariño.
Voy a ponerme un café y a comenzar el día, tengo
cosas que hacer o quiero tener cosas que hacer para ocupar el vacío que llena
mi tiempo, todo este tiempo que ya parece no tener razón de ser. El pasillo
está oscuro, pero lo conozco bien y no necesito luz para recorrerlo. Es
entonces cuando le veo entrar en el baño que está entre las dos habitaciones,
solo su espalda y la parte baja de una de sus piernas, pero sé que es él, claro
¿quién podría ser si no?
1 comentario:
Un beso geande
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