26 de abril 2014
Nombre: Marcelo Andrade
Marcano
Sexo: Masculino
Edad: 57 años.
Estudios: Secundaria
Estado Civil: casado
Años de trabajo:
El hombre le miró sin verle, cogió el folio,
le echó una ojeada y lo dejó en un cesto junto a otros.
—Ya le avisaremos
Había renunciado a explicar detalladamente
en qué lugares había trabajado, ni cuanto tiempo en cada lugar. Después de
cinco años era un experto, incluso podía hacer bromas, contaba chistes sobre su
hobby, así lo llamaba. Leía la prensa por la página de ofertas de
empleo y se presentaba a todas las entrevistas, el chiste era que había
llegado al punto de estar agradecido, porque así tenía algo que hacer.
Por su mente penetró un
gusano, sin apenas notarse, hasta que un día se dio cuenta de que se había
perdido y ya no era el mismo. Podía parecer el hombre tranquilo y afable de
siempre pero no lo era; en las pocas entrevistas que le salían se presentaba
seguro, pero la verdad, todo era apariencia. Sin poderse controlar toda su
rabia se sustanciaba en casa en voces y desplantes hasta llegar a los
insultos. Miranda trataba de
comprenderle y disculparle si se trataba de ella, pero no lo podía soportar
cuando se metía con los niños.
Apenas había amanecido, la
neblina cubría el río. Pensaba en cómo había conseguido su primer empleo Fue
gracias a su hermano cuando despidieron a su padre y a otros compañeros de la
fábrica en que trabajaba y las cosas se pusieron difíciles en casa. Entró como
pinche en una ferretería, aprendió a conocer el aspecto y uso de cualquier
herramienta, también a distinguir cual olla o sartén era la más indicada para
cada necesidad. Allí murió su sueño: no volvió al colegio, y por tanto tampoco
fue a la Universidad.
Era martes y tenía una
entrevista que prometía, se había puesto la chaqueta azul, había planchado su
mejor camisa y esperaba estar presentable. Hacía tiempo que había perdido sus
ilusiones, pero esta vez, no sabía por qué, quizá porque lo necesitaba tanto,
caminaba decidido, casi alegre.
Era mediodía, unos nubarrones
cubrían el sol. Bajaba por la avenida que daba a la Rivera despacio,
arrastrando los pies, sin prisa y sin ganas de llegar al cuartucho en el que
vivía ahora. A cada paso que daba la palabra fracasado golpeaba en su cabeza
como una burla.
Hacía seis meses que Miranda
le había dejado, se había quedado en su casa con los niños. Ahora, él vivía en
un piso compartido de Bienestar Social. Esto era la prueba definitiva de su
fracaso total y absoluto. La vida le pesaba como una losa, sin su familia se
sentía perdido, qué podía ofrecerle el destino en adelante repetía y no
encontraba respuesta. Los amigos le decían que todo iría mejor pronto, pero él
estaba muy cansado y no podía creerles.
5 de mayo de 2014
Correo de Provincias:
El cadáver de un hombre
flotaba esta noche en las aguas de la ría, cerca de los tinglados del mercado; no
lleva documentación, aparenta unos sesenta años, viste pantalón beige y camisa
azul. Si alguien puede aportar algún dato debe comunicarlo a la Policía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario