viernes, 8 de marzo de 2019

Malos tiempos

En el Tintero (corregido) sobre el trabajo












26 de abril 2014
Nombre: Marcelo Andrade Marcano
Sexo: Masculino
Edad: 57 años.
Estudios: Secundaria
Estado Civil: casado
Años de trabajo:

 El hombre le miró sin verle, cogió el folio, le echó una ojeada y lo dejó en un cesto junto a otros.

—Ya le avisaremos

Había renunciado a explicar detalladamente en qué lugares había trabajado, ni cuanto tiempo en cada lugar. Después de cinco años era un experto, incluso podía hacer bromas, contaba chistes sobre su hobby, así lo llamaba. Leía la prensa por la página de ofertas de empleo y se presentaba a todas las entrevistas, el chiste era que había llegado al punto de estar agradecido, porque así tenía algo que hacer.

Por su mente penetró un gusano, sin apenas notarse, hasta que un día se dio cuenta de que se había perdido y ya no era el mismo. Podía parecer el hombre tranquilo y afable de siempre pero no lo era; en las pocas entrevistas que le salían se presentaba seguro, pero la verdad, todo era apariencia. Sin poderse controlar toda su rabia se sustanciaba en casa en voces y desplantes hasta llegar a los insultos.  Miranda trataba de comprenderle y disculparle si se trataba de ella, pero no lo podía soportar cuando se metía con los niños.

Apenas había amanecido, la neblina cubría el río. Pensaba en cómo había conseguido su primer empleo Fue gracias a su hermano cuando despidieron a su padre y a otros compañeros de la fábrica en que trabajaba y las cosas se pusieron difíciles en casa. Entró como pinche en una ferretería, aprendió a conocer el aspecto y uso de cualquier herramienta, también a distinguir cual olla o sartén era la más indicada para cada necesidad. Allí murió su sueño: no volvió al colegio, y por tanto tampoco fue a la Universidad.

Era martes y tenía una entrevista que prometía, se había puesto la chaqueta azul, había planchado su mejor camisa y esperaba estar presentable. Hacía tiempo que había perdido sus ilusiones, pero esta vez, no sabía por qué, quizá porque lo necesitaba tanto, caminaba decidido, casi alegre.

Era mediodía, unos nubarrones cubrían el sol. Bajaba por la avenida que daba a la Rivera despacio, arrastrando los pies, sin prisa y sin ganas de llegar al cuartucho en el que vivía ahora. A cada paso que daba la palabra fracasado golpeaba en su cabeza como una burla.

Hacía seis meses que Miranda le había dejado, se había quedado en su casa con los niños. Ahora, él vivía en un piso compartido de Bienestar Social. Esto era la prueba definitiva de su fracaso total y absoluto. La vida le pesaba como una losa, sin su familia se sentía perdido, qué podía ofrecerle el destino en adelante repetía y no encontraba respuesta. Los amigos le decían que todo iría mejor pronto, pero él estaba muy cansado y no podía creerles.

5 de mayo de 2014
Correo de Provincias:

El cadáver de un hombre flotaba esta noche en las aguas de la ría, cerca de los tinglados del mercado; no lleva documentación, aparenta unos sesenta años, viste pantalón beige y camisa azul. Si alguien puede aportar algún dato debe comunicarlo a la Policía.

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