viernes, 5 de abril de 2019

La vecina












Dos pisos por debajo, tan lejos como si hubiera un océano por medio, la perrita de la vecina llora, sus lamentos conmueven el alma más dura, se le parte a uno el corazón pensando en la soledad que sufre cuando su dueña la deja sola. La soledad también tiene grados, escalones por los que subir o bajar dependiendo del estado de ánimo y del porqué la sentimos. Siguiendo los consejos de los demás, los solitarios novatos salen a la calle, caminan sin saber a dónde se dirigen, sin ver nada apenas, sin sentir más que el vacío en su corazón y en su vida. Nada tiene sentido en ese estado, el mundo se ha quedado hueco como la cascara de un aguacate, recién vaciado de toda su gracia y esencia y el solitario novato flota en medio de ese vacío como un papel empujado por el viento, hasta que de pronto comienza a fijarse en cosas que antes, entre el ruido interior y el externo y la necesidad de entender lo que le está pasando, no veía.

Él también va y vuelve por el pasillo de su casa inspeccionando cada puerta esperando que allí esté lo que busca, para finalmente sentarse frente a la de entrada. Pasa el tiempo vigilando que se abra para lanzarse sobre Sole cuando regrese. Las horas de espera pasan muy lentas, las entretiene meditando sobre su suerte, cuando se queda solo cree que no hay nadie más desgraciado que él, le gusta recrearse en ese sentimiento de conmiseración que le llena de melancolía.  Cuando se sienta cerca de Sole, ella dice que es su mami, vuelve a ver el mundo de colores brillantes.

Dos pisos más abajo hoy no llora Nuka, esa preciosa cocker rubia que le mira por encima del hombro cuando se cruzan en el portal, en esos momentos siente un escalofrío recorrerle el lomo, si pudiera inventaría un poema solo para ella, pero se limita a meter su cola entre las patas y luego sabe que se sentirá nostálgico el resto del día. Cuando ella llora bajaría corriendo para consolarla, pero ni él ni ella son libres de ir y venir cuando y a donde quieran. La dueña de Nuka le mira con recelo cuando se acerca a olfatearla, aunque no sabe porqué, todos debieran saber que a los perros caseros les han cerrado la fuente de sus ardores, bueno al menos eso es lo que le ha pasado a él.





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