domingo, 28 de marzo de 2021

Por la ruta de la imaginación

 

 

 

 

 


 

 

 

¿Sabes de esas veces en las que te has perdido y de pronto todo lo que te rodeada te resulta extraño? Miras a un lado y otro y no sabes bien qué está pasando, luego te fijas y decides que no vas a perder la oportunidad de ver algo nuevo y te lanzas a ello.

Si fuera tan fácil, salir sin pensarlo demasiado, conducir como se hacía antes por carreteras tranquilas, de esas que atraviesan paisajes perfectos con caminos que se pierden entre viñas o campos de trigo, con el dorado o el magenta brillando por los reflejos del sol. La música en la radio con las canciones que te gustaban y siguen gustándote, parar para hacer una fotografía y más adelante para tomar un café y un bocadillo pequeño de jamón.

Sin hablar, sin pensar en nada y en nadie, solo deslizarse por la carretera como si el mundo fuera tuyo y se hubiera hecho para que esté a tu disposición. Después dormir una noche completa y despertar con el rumor del viento entre las ramas de los árboles que te rodean y desayunar un rico café caliente y alguna cosa de esas buenas hechas en casa, que te servirán en una terraza que mira a las montañas lejanas. Y pensar, pensar en nada, reposar la mente, agradecer la vida, sonreír sin motivo aparente y caminar sin dirección, con los sentidos alerta para oler, ver, sentir todo lo que sucede cuando parece que nada está sucediendo.

Y a la noche coger el coche y volver a casa, donde no te sientes perdido, para retomar tu vida.

Parece fácil pero, a veces, no lo es.