martes, 13 de julio de 2021

Lo que va de un verano a otro

 

 


 

 

"Cada dos segundos llega la musiquita del wasap de mi móvil. Me lo he dejado sobre la mesita y yo estoy ahora muy ocupada extendiendo bien una gota de mantequilla sobre una tostada para que parezca un mar grasiento y gelatinoso. No me levanto a mirarlo, seguro que será algo que puede esperar. Pero sigue sonando y me digo que quizá se está quemando la casa, o han ganado los de Vox las elecciones o peor aún por fin se les han acabado los euros para pagar las pensiones. Voy a tener que levantarme y bien que lo siento. Luego me pregunto si todo eso me importa, porque si le pasara algo a mi familia seguro que me habrían llamado, nada de mensajitos. Total, que voy y miro. Un cartelito de esos que me desea buenos días y una feliz semana. Es bonito que alguien se acuerde de ti tan pronto. He recibido el mismo tres veces, de tres amigos diferentes y yo se lo acabo de compartir a otro. Hasta dónde viajará ese insignificante cartelillo, no se sabe. Lo curioso es que está bien recibirlo, es superficial, pero alguien se molesta en mandártelo, repito, se acuerda de ti.

Vuelvo a la mantequilla, la tostada se ha quedado fría, tres minutos para dorarse y medio para helarse. ¡Pues vaya! Llama mi nieto y me dice si puede venir a comer ¡pues claro que puede! Así que meto las alcachofas en el frigo y saco el puchero grande porque él prefiere espagueti y el niño, de 1'90 de altura, que sea feliz. ¿No vas a la playa con el día tan bueno que hace? Amama, que no te enteras que la playa es territorio comanche ahora. Mejor no. A saber, qué otra cosa tendrá en mente hacer.

Recojo lo del desayuno y en medio de mi garbo y presbicia me corto un dedo. Bueno, no es un corte propiamente, más bien un rasguño, pero sangro, sangro como si tuviera un stock de sangre granate deseando salir a tomar el aire. No hay que apurarse, un poco de presión, nada, no para. Un poco más y voy a por una tirita. Las tiritas lo curan todo, lo mismo que el Betadine. No puedo abrir el sobrecito donde se esconde la traidora, lo rasgo por todos lados, lo pongo todo perdido de sangre (exagero un poco, pero sí) Cuando al fin lo consigo mi herida está húmeda, así que la tirita no pegará. Papel higiénico, otro invento genial. Cuando, por fin consigo colocarla en su sitio, en la buena posición que me deja mover el dedo y no me aprieta me doy cuenta de que, como siempre, he cogido la tirita que se despega de un lado y sé que dentro de poco algo de plástico enrollado, me molestará cada vez que use mi mano y me acordaré de los hunos y los otros todo el tiempo.

Total, no sabéis lo que molestan todas estas tonterías. Y solo acabo de empezar el día..."

 

Esto, por lo que se ve, me dice Facebook que lo escribí yo el año pasado. También era verano y creo que poco o nada se habrá modificado hoy de lo que cuento. Algunas cosas, eso sí. Como ya nos han dado permiso mi gente está más ocupada, así que el wasap no suena tanto. Mi nieto de 1'90 que anda por ahí viajando y viviendo la vida, dice que vendrá a comer conmigo algún día, pero no se sabe cuándo. El silencio pacifica el ánimo, aunque, a veces, es demasiado. Y mirando a las nubes que van y vienen, negras, grises y blanquecinas, me pregunto si pensará seguir lloviendo, aunque, en realidad, no me importe. No sé qué pensaran los señores que están enfrente reformando el tejado de la casa, al aire, si llueve como si calienta un sol de justicia. Mi ama solía decirme que esto del ordenador no es más que una pérdida de tiempo y seguramente tenía razón, pero a veces yo me alegro.