martes, 3 de mayo de 2022

Canto a mí mismo

 

 

 

 

 


 


Había una distancia y no era poca. No era solo en el espacio, sino también en el tiempo y en la manera de contar y contarse. Había además un silencio mecido por vagos pensamientos que solo eran ideas deseando concretarse y en medio de todo estaba el misterio que llevaba a que todo aquello sucediera, a que pareciera tan real que casi podía tocarse con las manos. Pero quién puede tocar un corazón que palpita ignorante de lo que hay entre el tiempo y el espacio en que se forjan los deseos.

Había una mañana de sol llena de esperanza y una tarde en la que la realidad se hacía presente y en medio de todo aquello estaba él, sin saberlo.

 

 

 

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