Patxi lo había tenido siempre claro y mientras se iba muriendo
consiguió que los suyos le prometieran que iban a respetar su última
voluntad, costara lo que costase.
—Nada de responsos y misas, no quiero un funeral de esos—dijo —Prometedme que haréis lo que os pido.
Y lo hicieron: los que le querían se reunieron alrededor de su tumba, hablaron de él, leyeron sus poemas preferidos: Blas de Otero, Alberti… Alguien cantó el Agur Jaunak con voz temblorosa. Echaron flores sobre su caja y se fueron, agarrados unos a otros, como si de un paseo se tratara.
— No estará en el cielo —dijeron— pero tampoco en el infierno…
Daba igual, porque él no creía en esas cosas.
—Nada de responsos y misas, no quiero un funeral de esos—dijo —Prometedme que haréis lo que os pido.
Y lo hicieron: los que le querían se reunieron alrededor de su tumba, hablaron de él, leyeron sus poemas preferidos: Blas de Otero, Alberti… Alguien cantó el Agur Jaunak con voz temblorosa. Echaron flores sobre su caja y se fueron, agarrados unos a otros, como si de un paseo se tratara.
— No estará en el cielo —dijeron— pero tampoco en el infierno…
Daba igual, porque él no creía en esas cosas.
2 comentarios:
Hola, me ha gustado tus palabras , esta linda tu entrada, ya te sigo y te invito a mi blog, nos leemos;)
http://estoyentrepaginas.blogspot.com.es/
¡Felices fiestas!
Abrazos para ti.
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