viernes, 13 de mayo de 2016

¿Bailamos?

(Netwriters - Tema: Invitación)








Las cosas eran diferentes hace unos años. A los dieciocho apenas me interesaba saber qué sucedía por el mundo. En realidad, salvo estudiar, algunas movidas en el campus y las chicas, nada me preocupaba demasiado. El tiempo ha pasado muy rápido y hay cosas que han cambiado, pero lo fundamental sigue ahí.

Estudiaba en la Escuela de Ingenieros Industriales de mi ciudad y no tenía tiempo para nada, las asignaturas eran duras y la exigencia alta en el primer año si querías pasar de curso. Pero también nos divertíamos. Después de una larga negociación del Sindicato Estudiantil, habíamos conseguido que el Rector pusiera a nuestra disposición uno de los salones de la Facultad para que organizáramos guateques, con la condición de que no se tomara alcohol y que algún alumno se hiciera responsable de que todo fuera bien.

Como apenas había chicas en la escuela, invitábamos a amigas, hermanas o primas, porque sin ellas se acababa la fiesta. Por aquel entonces yo estaba enamorado. Mi amor se llamaba Pilar y era amiga de mi hermana Blanca. Eran mayores que yo, estudiaban Filosofía y Letras e iban juntas a todas partes. 

En aquellas reuniones las chicas se sentaban en el salón y nosotros nos acercábamos a sacarlas a bailar. Yo no, yo me dedicaba a poner música en el tocadiscos. Me gustaba el baile pero solo me interesaba Pilar. La veía reír con unos y con otros y me moría de celos, era una muerte dulce, lánguida, que me hacía sentir el protagonista de una película romántica. Decidí que nadie iba a abrazarla bailando boleros, y que lo mejor sería poner twist, rock o cualquier cosa que se bailara separado. De vez en cuando yo me decía: «invítala ahora» pero estaba seguro de que ella ni me veía y entonces las piernas me empezaban a temblar.

El día que Pilar salió del baile con Jaime Gil, estudiante de segundo, que tenía fama de ligón, me vine abajo y regresé a casa con el firme propósito de no volver. Se lo dije a mi hermana.

— Pareces tonto —me dijo— tienes que hacer justo lo contrario, acércate y dile algo, cómo quieres que se entere de que te gusta si siempre te escondes cuando está cerca. Sácala a bailar.

Me quedé en casa cuatro domingos. A escondidas la seguía cuando volvía de clase. Soñaba con ella dormido y despierto. Pensaba lo difícil que era entender a las chicas y controlar aquel sentimiento que me llenaba de inquietud. Deseaba a Pilar, la quería casi con rabia, aquel deseo profundo y misterioso me atormentaba, se había convertido en el eje de todo lo que era importante para mí. A la quinta semana Blanca me dijo que tenía que volver: «me acompañas y ya está» Me pareció estupendo, porque yo para entonces rabiaba por regresar.

Esta vez no me acerqué al tocadiscos. Me acodé en el mostrador para tomar un refresco aparentando seguridad y me dediqué a mirar.  No estaba. Aún tardó un poco en llegar y venía sola. La alegría que sentí se esfumó rápidamente cuando Gil apareció junto a ella y la invitó a bailar.

Por alguna razón se negó a hacerlo; recuperé la esperanza, pero seguí allí quieto, aguardando un milagro. Y sucedió, sonriendo abiertamente se acercó a mí y me dijo: « ¿bailamos?» Yo temblaba cuando, como si fuera a romperse, la tomé en mis brazos por primera vez. En ese momento era el hombre más feliz.

La acompañé a casa y nos besamos. Para ser exactos, ella me besó a mí. En los meses que siguieron todo lo que pasó entre los dos fue iniciativa suya. Me enseñó y aprendí que aquello era más importante que cualquier otra cosa. Llegó un momento en que necesité volar más lejos. Puede que ella también. Se fue a EEUU a terminar sus estudios y no volvimos a vernos.

Mucho después me casé con otra. Mi hermana me contó que ella también se había casado y vivía en Boston. 



2 comentarios:

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Hay que atreverse a ser, muy buena entrada!

Mari Carmen dijo...

Por casualidad he venido a tu blog, me quedo, con tu permiso.
Saludos desde Sevilla.